Familias que aprenden y disfrutan en la Naturaleza

PequeARBA es una sección de ARBA (Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono) cuyo objetivo es divulgar la importancia de los bosques a través de actividades educativas en familia. Fundamentalmente realizamos salidas desde Madrid a los diferentes paisajes forestales donde grandes y pequeños aprenden a reconocer las diferentes especies de árboles, sus adaptaciones al medio, los usos tradicionales y la importancia de conservarlos, disfrutando de una experiencia compartida en plena Naturaleza. En principio, las excursiones son mensuales y la asistencia es gratuita.

Puedes colaborar preparando tú mismo una ruta, participando en otras actividades de ARBA o haciéndote socio.

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domingo, 9 de septiembre de 2012

En el Alto Tajo




Partimos del Centro de Interpretación de Zaorejas, que por desgracia estaba cerrado y no pudimos ver. Cosas de los recortes. Una pena, porque allí cuentan parte de la historia más interesante del Alto Tajo, la tradición de los gancheros, esos hombres que durante siglos aprovecharon la corriente del río para transportar río abajo troncos que servirían para  construir palacios y otras grandes obras.
http://es.wikipedia.org/wiki/Ganchero.
Así que comenzamos el recorrido en el Mirador de la Escareruela, espectacular, con formaciones tobáceas, que como nos explicó Enrique, nuestro guía de lujo, se forman con el carbonato cálcico del agua que se va acumulando con el paso del tiempo. Recorrimos el camino que ha formado el río y vimos efectivamente cómo la cal de agua había formado rocas con mucha vida dentro, con palos, hojas, insectos…
 



De allí nos trasladamos a la sima de Alcorón, otra formación que tenemos que agradecer a la cal: el agua ha ido horadando la roca durante miles de años, hasta formar esta sima fresquísima, de 60 metros de profundidad. En el fondo, el agua más pura y fresca, filtrada por ese inmenso colador calizo que son las paredes que la rodean. 








Muy cerca de allí, a unos dos kilómetros, otro paraje increíble, un auténtico laberinto excavado en la roca. Imaginad un bloque de piedra plano que ocupa una extensión enorme y de unos 3 metros de altura. En él se han abierto de forma natural pasillo muy estrechos, por los que cabe una persona. Sus paredes, forradas con miles de plantas, como un jardín vertical que crece gracias a las peculiares condiciones de esos pasillos. Enrique nos contaba que en más de una ocasión se perdieron excursionistas por aquel laberinto.

Después, nos fuimos a la zona de acampada, el terreno de Julio, el dueño de las piraguas. Allí nos cayó la del pulpo, pero tuvo su gracia salir disparados a las tiendas y oír la lluvia cayendo sobre los techos impermeables mientras no íbamos durmiendo.

El domingo recorrimos un tramo del Alto Tajo en piragua. Hay que reconocer que los preparativos fueron complicados, y llevaron más de lo previsto, pero cuando al fin conseguimos meternos en las piraguas disfrutamos un montón. El paisaje es extraordinario, un vergel con agua limpia, que en algunos tramos pasa entre cañones donde viven buitres y otras aves. Lo más divertido, claro, bajar los rápidos del río, volcar y sobre todo ver como vuelcan los demás y se caen al agua.     











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